Me he inspirado para titular este post en el minicuento “El dinosaurio” del genial Augusto Monterroso. La elección no ha sido nada azarosa. Les confieso que cuando me leí por primera vez esta historia me dio la impresión de que el personaje (no necesariamente humano) esperaba, tras un sueño reparador, encontrarse extinto al dinosaurio. Este último, según mi interpretación del cuento, más que un ser de abundantes carnes y enormes huesos, sería más bien la representación de “eso” a lo que se le teme y se quiere que desaparezca. Pero en la vida real, como en el cuento, las cosas no se extinguen de la noche a la mañana, solo porque lo deseemos.
Cuando se habla de redes sociales la mayoría de las personan asocian este concepto con esas plataformas digitales que nos han distorsionado nuestras formas de socializar. Ojo, no soy un detractor de la tecnología, ni este es uno de esos post en que se despotrica gratuitamente de Internet y los servicios de la web 2.0. Sin embargo no podrán negar que nuestras formas de relacionarnos han sido trastocadas tras el desarrollo desenfrenado de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Ahora la amistad entre dos personas no surge, no nace; se solicita, y se acepta o se rechaza. En la actualidad en lugar de mostrarles fotos a los amigos se las compartimos.
El concepto de redes sociales no es nuevo, ha sido estudiado por las ciencias sociales desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, uno de los padres de la sociología, Émile Durkheim, es también precursor en el estudio de las redes sociales. Por otra parte en psicología social se entiende red social como una estructura social compuesta por varios grupos que se conectan por uno o varias personas que mantienen relaciones de diversa índole. O sea, una red social no es más que un mapa de los lazos y relaciones entre varios grupos de individuos. Nuestra convivencia como especie ocurre constantemente en red, formamos parte de un grupo familiar que tiene relación con otros tantos grupos familiares; pertenecemos a determinado grupo laboral que se relaciona con otros grupos laborales, incluso de otras instituciones, etc.
Regresemos a las actuales plataformas digitales que llamamos redes sociales. El germen de esta tecnología se remonta al siglo XVIII, con el surgimiento del telégrafo y la extendida telaraña de hilos por los que viajaban los mensajes en clave Morse. Esta red constituía una autentica plataforma en la que circulaban mensajes entre diferentes personas. ¿Les parece conocido este concepto? Después con la invención del teléfono en 1890 en lugar código se pudo transmitir voz. En 1969 surge en Estados Unidos Arpanet, abuelita de Internet; y para mediados de 1995, cuando Randy Conrads crea el sitio Web classmates.com estamos en presencia del primer representante de la acepción moderna de red social.
En la actualidad existen diversas redes sociales, algunas especializadas en algún tipo específico de contenido o relaciones. La ventaja más reconocida, no la única, que poseen las redes sociales es que brindan soporte y facilitan relaciones que sin esta tecnología serían más difíciles de mantener. Las redes sociales permiten amplificar un mensaje cuando logramos que este se convierta en viral, si usted tiene 500 amigos, cualquier texto o imagen suya le llega automáticamente a todos, si algunos de ellos comparte dicho contenido la cifra de emisores aumenta exponencialmente. Ahora, la ventaja que yo considero fundamental, es que son espacio que pueden ser usados en post de potenciar la participación ciudadana. Un tema llevado a las redes sociales puede ser debatido por disimiles personas, sobre este se pueden emitir diferentes criterios, al final, nos quedaría un mapa de la opinión pública sobre el tema. Al cuadro que consultase un espacio como este estaría sin duda más seguro de que su decisión realmente representa la voluntad de la comunidad que le delegó el poder.
Por supuesto, esto que planteo al final del párrafo anterior solo es posible si todo, o al menos una parte significativa, del pueblo cubano tuviese conexión a determinada red social. Ojo, puede ser una red foránea o alguna plataforma desarrollada por nosotros a este efecto. También es necesario que los directivos que dirigen el desarrollo del país en este sentido no vean en las redes sociales un mal que, lamentablemente, tiene que asumir si no queremos seguir en el siglo XIX. Es cierto que en esos espacios, han sido desarrollados por los países capitalistas, en buena medida enemigos de nuestro sistema social, y por lo tanto están configurados para sus intereses. Pero no podemos “botar el sofá”, es importante usar esta tecnología en función del desarrollo de nuestra Revolución, porque no importa cuánto miedo le tengamos a las redes sociales, cuánto tiempo posterguemos el uso de estas, cuando despertemos del letargo en el que estamos hoy, ellas seguirán ahí.
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