En la JovenCuba Osmany Sánchez ha publicado un interesantísimo post sobre la crítica; o mejor dicho, sobre los blogueros que se valen de la misma para ganar seguidores. Osmany bien pronto aclara que él no está en contra de las críticas, todo lo contrario, y continua: “estas son imprescindibles para avanzar en una sociedad como la nuestra pero solo funcionan si son serias y bien intencionadas, de lo contrario poco aportan y mucho dañan.” En principio podría estar de acuerdo con el matancero, pero ciertas cuestiones que no quedan del todo claras en el post me obligan a disentir.
Que conste, este comentario no es en contra de Osmany Sánchez, al cual admiro y sigo en la JovenCuba desde hace bastante tiempo; de hecho no es en contra de nadie, es apenas mi punto de vista sobre el tema. Osmany comenta que ser crítico es una de las estrategias que aseguran la popularidad inmediata en la blogosfera cubana. Si bien es cierto que en el corto plazo los resultados son instantáneos, a largo plazo la crítica constante trae como consecuencia la perdida de encanto; o al menos así razona el bloguero. Los ejemplos son claros, Mente Pollo y “Cartas a la Dirección” después de gozar del reconocimiento de todos perdieron su efímera popularidad. Para evitar este fin- comenta- “quizás el secreto esté en dar soluciones siempre que se critica y en mantener un equilibrio, criticar y elogiar con justeza sin irnos a un extremo u otro.”
La cuestión es que este post me despierta un grupo de interrogantes que quiero compartir aquí: ¿Cómo podemos diferenciar las críticas fundamentadas, serias, bien intencionadas e inteligentes de sus opuestas? ¿Quién puede determinar con exactitud que determinada crítica reúne, o no, estos atributos? ¿Dónde termina la crítica social y comienza la simple queja personal? Si la crítica es un arma poderosa – y lo es- entonces ¿Quién determina cuáles son las manos, las formas y los objetivos apropiados? ¿Cómo se (y quién) puede establecer la diferencia entre un fin justo y un llamado de atención?
En la medida que iba leyendo el post, recordaba una ponencia de Desiderio Navarro titulada IN MEDIA RES PUBLICAS, los interesados pueden encontrarla en el libro Las causas de las cosas. En este texto Desiderio analiza el papel de los intelectuales en la esfera pública cubana, y las estrategias que se han seguido para aplastar la crítica, y a los críticos, porque coincido con Ubieta: “la crítica tiene apellidos”.
Las más radicales restricciones son, desde luego, las planteadas en nombre de la Raison d’Etat: no conviene – ejemplifica Desiderio- porque los enemigos podrían aprovecharla con fines propagandísticos; porque el conocimiento de ciertas verdades podría desorientar, confundir o desalentar al pueblo; e incluso porque cada discrepancia crítica constituiría una heterodoxia que rompe con la monolítica unidad ideológica de la nación. La Raison d;Etat dio origen al Síndrome del Misterio, o como lo llamamos por estos días, el Secretismo, que tanto se combate desde la blogosfera.
Otra de las estrategias es el establecimiento de límites al ejercicio de la crítica, toda intervención que desborde la medida establecida – casi nunca está clara la medida- es etiquetada de “hipercrítica”. Este epíteto se aplicaría, ajustándonos estrictamente al español, a la excesivamente minuciosa, escrupulosa y rigurosa. Si lo condenable del hipercriticismo no es la minuciosidad, la escrupulosidad y rigurosidad en el análisis y valoración críticos de la realidad social, debe ser entonces – nos dice Desiderio – el que ellas se presenten “en más cantidad de los necesario o lo conveniente”. Por cierto, nunca he visto que se reprenda a nadie por ejercer la crítica de forma hipocrítica.
Dentro de las maniobras más usadas está la de calificar las críticas de indisciplinas. Basta, por ejemplo, que haya sido realizada fuera del correspondiente círculo de autorizados, fuera de las instituciones o reuniones programadas, espacios autorizados, o por una persona no reconocida institucionalmente como una figura intelectual, o – aclara Desiderio- sin ofrecer ya lista la solución al problema planteado. En la ponencia se listan otras formas de atacar la crítica, y los críticos; solo he comentado las que guardan mayor relación con el tema.
Si bien en cierto que algunos blogueros solo escriben sobre los fallos de nuestra Matrix, esta me parece una estrategia tan válidad como cualquier otra. Aunque no comparto particularmente este Modus Operandi, mi opinión personal es que no podemos prescindir de ninguna crítica. No importa que algunos analicen los problemas con una profundidad filosófica, mientras otros se dedican a tirar piedras a los tejados de vidrio, toda crítica encierra una insatisfacción que debe ser atendida; o al menos, entendida.
Chiripero, toy de acuerdo contigo. Lo demas es hojarazca!
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