sábado, 19 de octubre de 2013

Steve Jobs y el cine cubano que me gustaría ver

Acabo de ver una película que me movió el piso. Acabo de disfrutar, durante dos horas, de una síntesis de la vida Steve Jobs, cofundador y mente creativa de Apple Inc. Ya sé, algunos me dirán que cedí ante la propaganda cinematográfica, que me dejé arrastrar por la promesa melodramática del sueño americano, que acabo de ser burdamente manipulado por la industria hollywoodense. A esos les diré que se equivocan pues no me impresionaron los millones de Jobs; sino la historia de un hombre que tenía un sueño y fue suficientemente loco para perseguirlo, digo más, para alcanzarlo. Me emocionó porque el empeño, la dedicación, la capacidad de soñar y comprometerse con alguna causa no conoce de sistemas, políticas o ideologías.
Justo después de ese momento de éxtasis emotivo, enseguida pasé a un estado de profundo malestar. Malestar sí. Me irrita que el cine cubano no me cuente historias como esta, que no muestre los sueños, las dificultades, y los logros de los Steve Jobs cubanos. Me incomoda que las películas nacionales solo cuenten las historias de las marginales sin salida, de las putas por dinero y no por diversión, de los travesti por necesidad y no por convicción, de los cuadros corruptos y nunca de los honestos, etc. Me fastidia que el cine haya tenido que asumir el papel del periodismo, que tengamos que tratar en películas los temas que la prensa no se atreve a abordar. Mientras el guión del noticiero se parece más a la promesa cristiana del paraíso, los filmes cubanos dan cuenta del infierno que enfrentan muchos cubanos diariamente, a veces con versiones sobredimensionadamente distorsionadas, y eso me jode muchísimo.
Que conste (como me gusta esa frase), no quiero que nuestras películas sean calco y copia de los dramas románticos norteamericanas, con finales felices “por defecto”. No creo que ese sea el camino. Por otra parte, yo sería el primero en oponerme el día que alguien se atreviera a proponer una desideologización de las producciones cinematográficas cubanas; sobre todo, porque la “ausencia de ideología” es la ideología del capitalismo cultural moderno. No se trata de eso, sino de apartarnos un poco de la exaltación de la chabacanería, la vulgaridad, la delincuencia, la “lucha”, y todas esas formas sociales de supervivencia que existen. Sí, existen, pero no son la norma. El cine, como arte al fin, tiene la misión de recrear la vida y reproducir la cultura; pero el cineasta, como actor social, como intelectual, tiene la posibilidad de escoger la historia que desea contar en sus planos y secuencias.
Al final de la película, el propio Steve Jobs, en un estudio radiofónico, pronuncia estas palabras: A los locos. A los que no encajan, a los rebeldes. A los buscadores de problemas. A los 4 ojos. A los que ven las cosas de manera diferente. A los que no siguen las reglas. A los que no respetan el status quo. Pueden humillarlos, no estar de acuerdo con ellos, hasta despedirlos pero lo único que no pueden hacer es ignorarlos porque cambian las cosas, impulsan hacia adelante la raza humana. Aunque para algunos pueden ser locos, para nosotros son una suerte. Porque la gente que está lo suficientemente loca para pensar que pueden cambiar el mundo, son el futuro. Yo me pregunto: ¿acaso la historia de esta isla no ha sido escrita por locos, rebeldes, gente dispuesta a buscarse problemas, 4 ojos, diferentes, jóvenes que fueron contra las reglas, que luchó y logró cambiar status quo? ¿incluso, no existen ejemplos actuales de estas conductas? Entonces ¿Por qué no cinematografiamos alguna de esas vidas?
Mi deseo no es eliminar la película que cuenta la historia del universitario que se acuesta con la jinetera, que tiene que abandonar su sueño para poder vivir, que termina prostituyéndose el mismo. Mi anhelo es que alguien también cuente la vida de Álvarez Cambra, médico de renombre internacional. No quiero que sea tabú el tema de las actrices que no triunfan en las aventuras, en cambio son una revelación actuando de puta para extranjeros europeos. Aunque me gustaría que alguien hiciera una película sobre Margarita Balboa, fundadora de la televisión cubana y Premio Nacional de Televisión por la obra de la vida. No me parece mal que alguien narre como las limitaciones económicas separan a un músico de su familia, de sus amigos, de su sueño de hacer un disco. Sin embargo, me encantaría también disfrutar en el cine, mi TV, o mi PC, del crecimiento artístico y humano de Pablo Milanés, UMAPnizado, pero anclado al destino de su país. Podría seguir con más ejemplos, pero creo que ya captaron la idea; tengo deseos de emocionarme de la misma forma con una película cubana.

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