Aun con olorcito a avión, recién llegado de Bogotá, del II Encuentro de Radios Universitarias de Latinoamérica y el Caribe (RRULAC), me fui corriendo a la Universidad para participar en la histórica Caminata “Por la ruta del Che”. Cada 8 de Octubre los universitarios villaclareños rinden tributo a nuestro querido guerrillero caminando desde la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas hasta el parque Leoncio Vidal, en el mismo centro de la ciudad. Todos los años, en esta fecha, un tsunami humano avanza y se alimenta de los incontables pasos de esta juventud que se empeña en revivir el trayecto que hiciera el Che en 1958 desde la Universidad a Santa Clara, su ciudad.
Al llegar al centro en la mañana respiré en el ambiente la presencia y el legado guevariano. Una exposición fotográfica en el portal del Teatro, uno de los puntos de mayor circulación del recinto, daban cuenta de las diversas visitas del Comandante a la Universidad. Hoy, el victorioso equipo beisbolero de Villa Clara vino a la Universidad para unirse, también, a las actividades conmemorativas. Pude ver a mucho jóvenes acercándose para estampar, con su rúbrica en un mural enorme, su compromiso con el Che y con la histórica Caminata de más de 7 kilómetros.
A las cuatro de la tarde estaba todo listo. Desde una posición elevada se leyó un emotivo comunicado que dio inicio a la marcha. Un paso, dos, tres, una marea de pasos se estamparon sobre el mismo asfalto que recorriera hace 55 años el Che en su trayecto, no a la Batalla, sino a la Victoria de Santa Clara. Los cadetes de las FAR, estudiantes de carreras civiles en la Universidad, transportaron dos banderas gigantes, una del movimiento 26 de julio, y la insignia nacional. Le seguían los futuros profesionales de todo el centro cubano, desde Villa Clara hasta Camagüey, portando también sus pancartas, carteles, bandera, y sus esperanzas de futuro.
Tres paradas se realizaron en la marcha, no para descansar, sino para hacer valer la máxima martiana de que “honrar, honra”. La primera escala se realizó justo antes de cruzar la rotonda de la carretera a Camajuaní, no existente en los tiempos del Che, para depositar flores a los primeros mártires de la Batalla de Santa Clara en un encuentro de la tropa del guerrillero con las tropas batistianas. La segunda pausa se llevó a cabo frente a la sede provincial del Partido Comunista de Cuba para colocar otra ofrenda en la Estatua del Ernesto Guevara. En el Tren Blindado, conjunto escultórico que recuerda la temeraria acción con la que el Che dio término a la Batalla de Santa Clara, la marea humana se detuvo por tercera vez; ya no paró más hasta el céntrico parque santaclareño.
En esta ocasión la agrupación Buena Fe esperaba a los jóvenes, y no tan jóvenes, para deleitarlos con un emotivo concierto al finalizar el recorrido de la ruta del Che. La música, como si fuera un bálsamo redentor, reactivó las energías consumidas por los pies, pero las colocó en las balanceantes caderas femeninas y en los inquietos pies masculinos. Los brazos, como embrujados por los acordes de Buena Fe, se agitaron sobre las cabezas, se posaron en las caderas, o descansaron sobre hombros amigos. Estoy seguro que desde la eternidad, en esos momentos, observando tanto júbilo impetuoso, tanta juventud coloreada, tanto homenaje desbordado, el Guerrillero Heroico sonrío e hizo un guiño cómplice a todos estos universitarios que, como yo, le dedicamos todos nuestros pasos.
Es maravilloso ver como los jovenes se congregan para tributar honor a quien lo merece. Solo lamento la prostitucion a la que se ven sometidas este tipo de sucesos (gente presionada a asistir y otras que se sienten presionadas sin estarlo realmente). Respetuosamente nunca asisti a estas caminatas, pero aun asi, una vez que lei a Ernesto Guevara comprendi la inmensidad de su legado.
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