domingo, 26 de enero de 2014

Nuestra prensa no dice, repite

Escribir es una ejercicio del pensamiento solo cuando hay que decir, de lo contrario se limita, en el mejor de los casos, a un ejercicio de escritura. Muchos son los que piensan que tienen toda una batería de temas o ideas listas para ser dichas, o mejor, escritas; sin embargo cuando se analiza lo que la mayoría de las personas “tienen que decir” se llega vislumbrar mucha repetición vacía y pocos temas nuevos, o al menos novedosos. El problema no es únicamente patrimonio del intelecto estándar, también las grandes mentes enfrentan, o han enfrentado, este dilema, como refleja la siguiente cita:
“Este librito es un experimento. Aparte de cualquier otra cosa que pueda lograr, servirá para ejemplificar, al menos en el caso del autor, qué efecto se produce en la mente cuando uno se obliga a tener por lo menos un pensamiento cada día, que merezca ponerse por escrito. (…) Probablemente, lo primero que descubriré en el intento será que, en vez de uno por día, solo tenga un pensamiento así una vez al mes; y que sean solo repeticiones de pensamientos tan conocidos de todos, que ponerlos por escrito solo serviría para revelar la pobreza de la tierra.” (John Stuart Mill, 8 de enero de 1854)
Es posible que algunos se pregunten, ¿A dónde vas Carlos con esta reflexión?, pues a los medios de comunicación de nuestro país. Creo que en nuestros medios abundan, para ponerlo bonito, los ejercicios de la escritura; pero escasean los ejercicios de pensamiento. La razón fundamental podría ser que los periodistas tienen poco que decir, o que les permiten decir poco. Nadie podrá negar que nuestros narradores de la realidad repiten sin cesar, en contenidos y fórmulas, temas tan conocidos de todos, que ponerlos por escrito solo sirven para confirmar la pobreza de periodismo cubano.
No se puede decir que el problema sea solo de los medios del patio. Me gusta surfear en las versiones digitales de los grandes medios internacionales (a las impresa no tengo acceso), y siempre siento que se comportan como una gran y combinada orquesta, siguiendo los acordes de la misma partitura: el capital. Al ser tan críticos de esa forma de hacer periodismo, se supone que nosotros no deberíamos comportarnos de la misma forma, sin embargo nuestro modus operandi periodístico es similar, solo que nuestra partitura es otra: ya ustedes saben cuál.
El gremio de periodistas tiene crítica de la enfermedad, lo demuestra la recientemente… mejor lo pongo en boca de otro, en este caso de Zenaida Ferrer: “la Unión de Periodistas de Cuba hace un Pleno de su Comité Nacional, sustancioso y valiente en planteamientos, con críticas hacia lo interno y hacia las políticas que en el país casi impiden esa transformación de que hablamos. (…) Una reunión que tuvo cobertura en vivo y en directo por nuestro sitio Cubaperiodistas.cu  y ¿saben qué? Casi ninguno –por no ser radical- de nuestros medios de prensa en el país, replicó, comentó o si quiera hizo alusión a esta importante cita, donde colegas con alta profesionalidad, compromiso y valentía plantearon criterios y opiniones que competen al gremio.”
La clave para entender el vacío informativo a este tema podría estar en boca de la propia periodista: “En este Pleno en especial, uno de los temas candentes abordados estuvo referido a la competencia o no de los cuadros de la prensa en la actualidad, y por ello se invitó (más que otras veces) a un numeroso grupo de directores de medios de prensa nacionales y directivos del ICRT. De ahí que asistieron y participaron activamente en los debates, directores de medios y periodistas de fila.” Me imagino que a nadie le guste que lo critiquen en “su propio medio”, ese que dirige. Pero ese es otro tema.
En fin, todos coinciden en que los medios cubanos tienen que transformarse si aspiran a decir algo sobre la realidad nacional, y yo agregaría, si pretenden ser escuchados, leídos, respetados. En los últimos tiempos hemos asistido a intentos de cambio (Cartas a la dirección, Cuba dice, otros) dignos de reconocimientos, pero aun insuficientes para la momento actual. Si nos contentamos solo con las iniciativas mencionadas entonces seguiremos en el paleolítico periodístico en el que nos encontramos. Si la razón fundamental del actual estado de nuestra prensa fuera que nuestros periodistas tienen poco que decir, entonces no hay remedio posible; si es, en cambio, que les permiten decir poco, entonces es tiempo ya de soltarle pita al papalote.
A aquellos que amablemente quieran rebatir mis opiniones, les digo que me encantaría que esperaran a que nuestros los medios no sean iguales (Grama y Juventud Rebelde parecen no saber que pueden poner noticias diferentes en sus portadas); a que los temas de las planas se acerquen a los temas de la calle (Casi ningún medio reflejó el malestar de la población con las recientes medidas de liberación de la venta estatal de los autos, y sus precios); a que los textos que pretenden pasar por críticos se centren en los responsables y las causas, en lugar de los síntomas, de los problemas (Cuba dice abordó el tema de las ilegalidades y las especulaciones con el transporte, pero no recuerdo por qué proliferan estas prácticas, o quiénes son los responsables); a que los artículos sobre las medidas se redacten desde el punto de vista de los afectados, y no siempre de los directivos y gobernantes (Las recientes medidas que limitaron el alcance de las patentes, eliminaron algunas iniciativas particulares en las que sus emprendedores había invertido cuantiosas cifras de dinero, con la autorización de los gobiernos y las instituciones establecidas. No recuerdo un texto dándole voz a los afectados).

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