Me cuesta creer que los artículos de Associated Press (AP), primero sobre Zunzuneo y ahora sobre los “jóvenes viajeros” a Cuba, son meras denuncias de los programas subversivos de Estados Unidos contra Cuba. ¿Desde cuándo la AP, agencia norteamericana, está tan interesada en denunciar la actitud de su gobierno contra nuestro caimán? ¿Cómo responden estos artículos a la agenda mediática de Estados Unidos, y a su política? ¿Por qué instituciones poderosas como la CIA y la USAID se dejan emplazar de esta manera ante la palestra pública? No tengo las respuestas, pero sí algunas ideas para compartir.
En abril del presente año AP destapó, con su artículo sobre Zunzuneo, un escándalo que terminó con los responsables rindiendo cuentas en sesiones ante el Senado de los Estado Unidos. En nuestro país en cambio desató una amplia cobertura multimediática sobre el asunto. Le dedicamos varios espacios en periódicos, en el noticiero, la radio; hasta una Mesa Redonda. Logramos (o lograron) que todos conocieran, incluso aquello que nunca recibieron un mensaje, la existencia de un programa subversivo vencido, eliminado, que no dio en su momento los resultados esperados por nuestros agresores, pero que existió y ganó cierto terreno en Cuba.
Ahora, hace apenas una semana, de nuevo AP denuncia la existencia, en el pasado, de otro programa subversivo. En esta ocasión la cosa no venía por el lado de las tecnologías, sino por el intercambio humano. El blanco alcanzado fueron jóvenes insertos en la cultura y la educación superior, dos sectores decisivos para el mantenimiento del socialismo como principal ideología de nuestro país. Pero este fue otro programa que fracasó, que no rindió los frutos esperados y es fue cancelado por el enemigo. Otra cobertura total de nuestros medios, en esta ocasión de cómo los “viajeros” estuvieron aquí, entraron y caracterizaron nuestras universidades, interactuaron con nuestros jóvenes, visitaron nuestras familias, aunque no lograron subvertir nuestro sistema.
La supuesta incongruencia entre el actuar y los intereses de la AP también ha sido notado por otros. Sí, porque no creo que nadie piense que los intereses de una agencia de noticias norteamericana diste mucho de los intereses de su gobierno. Claro, me parecen muy tontos los desvaríos de algunos “analistas” de Café Fuerte. Mi opinión es que desempolvando estos temas los Estados Unidos buscan, tras la pantomima del mea culpa, crear cierto estado de incertidumbre y agitación en nuestro país, en el momento en que, por la vía natural, se acerca el traspaso de poder de una generación a otra.
Deténgase a pensar solo un momento. Después de enterarnos de Zunzuneo, no nos preguntábamos a diario (los que no supimos antes que existía): ¿cuántas personas recibían los mensajitos, que decían, qué repercusión tuvo durante el tiempo que existió, o cuando lo cerraron? ¿Y ahora? ¿No pica la curiosidad sobre las acciones que hicieron esos “jóvenes viajeros” en nuestro país, en nuestras universidades; con quiénes se reunieron, de qué hablaron, si lograron convencer a alguien? ¿Podríamos acaso confiar para delegados, o diputados a la Asamblea, en alguno de esos jóvenes que recibían en sus teléfonos a Zunzuneo, y que compartieron tiempo y espacio con los enviados de la USAID, aun cuando ellos no sabían que aquellos eran programas subversivos de Estados Unidos?
Son interesantes esas preguntas. Seguro las respuestas, si es que alguien las tiene, serían aún más interesantes. Pero lo que sí es cierto es que estos destapes ahora no son al azar, deben tener un objetivo, una meta, además que emule con la política de Estados Unidos hacia nuestro país, de lo contrario no serían permitidos. La alabada libertad de expresión norteamericana nunca ha dado espacio a las demandas para el levantamiento del bloqueo a Cuba, o la liberación de los tres héroes que aún permanecen presos allá. ¿Por qué debería entonces dar espacios a estas “críticas” a los programas de la USAID en Cuba?
Mi opinión es que ese objetivo es sembrar desconfianza. Primero en las tecnologías de las comunicaciones y la información para que la dirección de país tema de unas supuestas consecuencias de la masificación de las mismas, y continúe aplazando el acceso a las mismas, con el consabido impacto negativo que esto tiene sobre el desarrollo del país. Segundo sobre los jóvenes, la generación que debe sustituir pronto a la dirección histórica de la Revolución, potenciando un conflicto entre generaciones que solo puede complicar el futuro de Cuba.
No podemos dejarnos engañar, ningún plan de Estados Unidos para nuestro país puede hacernos ningún bien. No podemos confiar en que existe un verdadero cambio en la política de ese país hacia nosotros. Pero, tampoco podemos caer en la trampa de la desconfianza, es imprescindible que sigamos potenciando el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, con sus ventajas y riesgos. Tenemos que seguir confiando en la juventud, que es “de la misma montaña, aunque habita en sotavento”. Solo así, la Revolución y el Socialismo serán procesos sin ruptura en nuestro país.
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