Por estos días conocimos la noticia del proyecto de fabricación de dos perfumes que pretendían funcionar como “homenajes” a dos héroes latinoamericanos. Las fragancias Hugo y Ernesto debían considerarse, según los funcionarios de LABIOFAM, tributos a Hugo Chaves Frias y Ernesto “Che” Guevara respectivamente. El escandaloso rechazo a los productos ha sido tal, que hasta el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros tuvo que pronunciarse para condenar la vulgar estrategia de mercado.
La nota expresa que “iniciativas de esta naturaleza no serán aceptadas jamás” y ante las mismas “serán tomadas las medidas disciplinarias que correspondan” pero mis preguntas son las siguientes: ¿Cuál es la diferencia entre comercializar un pullover, o un llavero, con la imagen del Che y de Chaves, y vender un perfume con su nombre? ¿Cuáles son las causas detrás de este grave error? ¿Basta con disciplinar a los funcionarios responsables para asegurarnos que no ocurra de nuevo?
En realidad, si lo pensamos con la cabeza fría, apelando al total raciocinio, es difícil encontrar la diferencia entre un pullover y un perfume. Ambos son productos, mercancías que se fabrican con el único objetivo de generar ganancias. Sin embargo, las diferencias sí existen, sobre todo en el posible uso que se les pueda dar los dos productos. Mientras la prenda de vestir se usa fundamentalmente para aclarar nuestra admiración a las figuras; el perfume se usa con fines banales, para engalanarnos. El sacrificio de esos hombres bien merecen que mostremos al mundo, mediante el uso de su imagen gráfica, que seguimos sus ideas; pero sería una falta total de respeto que usáramos su legado para “oler” mejor.
Habría que profundizar en la situación para saber cómo a estos funcionarios se les ocurrió usar los nombres de dos héroes para tales fines. Es posible, en el mejor de los escenarios, que tras el “grave error”, como lo cataloga la nota del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, no se escondan objetivos nocivos a la Revolución, o al país. Sin embargo, lo que sí existe ahí, y esta es una opinión muy personal, son mentes dominadas (puede que dichos funcionarios ni siquiera tengan plena conciencia de ello) por las dinámicas del mercado y el capital, que convierten todo en mercancía, incluso el legado de los próceres, con tal de sacar unos quilos adicionales.
Probablemente el "grave error" estuvo dado por las ansias de crear un producto que, sirviéndose del reconocimiento que poseen ambas figuras, generaran esas ganancias que tanto nos hacen falta para sacar adelante un país. A lo mejor, solo buscaban responder creativamente a las demandas de eficiencia que desde la dirección de país se nos hacen constantemente, diseñando nuevos productos para aumentar la empobrecida oferta a la que tiene acceso nuestra población. Puede que las intenciones hayan sido las mejores, pero las soluciones fueron nefastas.
Tomar una serie de “medidas disciplinarias”, aunque merecidas, no evitará que se repitan hechos como este. Para asegurarnos que no ocurran de nuevo tales errores debemos tomar medidas preventivas. Ojo, no estoy hablando de elaborar una resolución con la prohibición explícita de nombrar productos con nombres de héroes. Hablo de capacitar a nuestros cuadros y funcionarios en técnicas de mercadotecnia, de gestión de ventas, etc. pues evidentemente no basta que estén “probados” para ocupar sus cargos. No se puede dirigir una empresa con las habilidades y estrategias de un agitador político, son campos diferentes. Ni siquiera a los capitalistas se les ocurre comercializar sus símbolos políticos, los de otros sí, pero los suyos propios, nunca.
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