martes, 7 de octubre de 2014

Frenos a la inversión extranjera en Cuba

Por: Roberto G. Peralo (roberto.peralo@umcc.cu) (Twitter: @RobertoPeralo)


En los últimos años la desaceleración que ha experimentado la economía en medio de cambios estructurales, ha preocupado a muchos cubanos. La disponibilidad de divisas para las inversiones es una de las mayores restricciones a la que se enfrenta una economía pequeña como la cubana. Con el propósito de crear condiciones favorables para el capital foráneo, se aprobó la Ley de Inversión Extranjera en abril del 2014. En este nuevo escenario se pronostica recibir 2 mil millones de dólares anuales por concepto de inversiones. De esta forma se asegura obtener un crecimiento sostenido de un 7%. Pero a pesar de las nuevas facilidades creadas, aun persisten un grupo de regulaciones burocráticas que dificultan la actividad de los inversionistas.

En la actualidad existe más de 600 empresas extranjeras con licencia para operar en Cuba, donde sus actividades la realizan bajo las difíciles condiciones que le impone el bloqueo norteamericano. A su vez, tienen que enfrentar un “muro de contención“ impuesto por el gobierno cubano: el decreto Ley No.206 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministro del año 1996, donde en el artículo 26 establece que a los inversionistas extranjeros no se le autoriza la realización de las actividades siguientes:
1.    importar y exportar directamente, con carácter comercial;
2.    realizar el comercio mayorista y minorista en general de productos y servicios, excepto los servicios de post-venta y garantía expresamente acordados en los contratos que amparan las operaciones de comercio exterior;
3.    distribuir y transportar mercancías en el territorio nacional.
 Estas firmas para realizar actividades comerciales están obligadas a acudir a un grupo de empresas perteneciente al Ministerio del Comercio Exterior que tienen como encargo estatal, servir de intermediación entre las empresas cubanas y las firmas extranjeras. Esto provoca, entre otras cosas, que las importaciones a las empresas nacionales se les encarezca de un 10% a un 15% de su valor de compra y tardan de 8 meses a 1 año para cumplir con lo contratado. Quienes pagan realmente esos costos son los ciudadanos que compramos a precios exorbitantes esos productos en el mercado. También se ha convertido en un cliché, escuchar a funcionarios en reiteradas ocasiones, justificar los incumplimientos por no recibir los recursos necesarios a tiempo.
 Este decreto ley provoca que las 600 firmas extranjeras utilicen una ínfima parte de los casi dos mil millones de dólares del capital de trabajo con que cuentan en su conjunto, pues solo contratan el monto que el estado sea capaz de comprar en un plazo de 360 días.. Se estima que al cierre de septiembre 2014 las firmas extranjeras radicadas en Cuba han utilizado menos del 50 % de su capital de trabajo. La mayor parte de este solo para realizar contratos de reaprovisionamiento.
Aquí existe una gran contradicción: ¿Para qué convocar al capital extranjero si no los vas a dejar operar? Si el objetivo de la ley de inversión extranjera es fomentar la inversión en Cuba. ¿Tales mecanismos burocráticos, incentivarán a las empresas extranjeras a participar en Cuba? Si se cuenta con una fuerza de más de 600 firmas en Cuba dispuestas a invertir en todas las áreas de la economía ¿Por qué desperdiciar miles de millones de dólares?
No hay que ser un experto en temas económicos para percatarse que tales regulaciones frenan el desarrollo de la economía. Si el objetivo de dicha regulación es evitar la corrupción a través de un mayor control, el resultado final es que no se ha logrado frenarla y sí se ha entorpecido el desarrollo económico. No se puede combatir la corrupción frenando el desarrollo.
 Los previsiones de crecimiento para el 2014 son pesimistas. La dirección del país está consciente que sin el capital extranjero no se podrá impulsar el dinamismo que requiere la economía. Los mecanismo de regulación y control son necesarios pero hay que percatarse cuando estos comienzan a entorpecer el desarrollo.
Tomado de: La Joven Cuba

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