Por: Esteban Morales
Cuando vemos la Mesa Redonda dedicada a
este tema y el “Cuba Dice” de hoy, sobre las irregularidades en los
precios, DE MODO ESPECIAL, en las tiendas recaudadoras de divisas,
experimentarnos una sensación de desamparo, desconsuelo, impunidad,
desorganización, tolerancia, burocratismo, demagogia y otras tanta
sensaciones, imposibles de soportar.
No es difícil percatarse de que iguales productos tienen precios
diferentes en distintos establecimientos. Ya se trate de alimentos,
productos industriales y de todo tipo. En algunos lugares lo justifican
con supuestas categoría diferentes de establecimientos, pero en otros
descaradamente es posible observar, que sin dudas los administradores
multan los precios o simplemente los hacen invisibles, para qué el
ciudadano tenga que preguntar, para entonces timarlo. Es frecuente estar
en un mismo establecimiento, en que al cliente de al lado le están
diciendo un precio diferente del que le dicen a otro que esta mas allá
en el mismo mostrador. Se trata de una cadena corrupta, en la que el
administrador puso su multa y el dependiente agrega la suya, cada vez
que le es posible.
Existe un verdadero desprestigio y
descontrol. No soy sicólogo, pero me atrevo asegurar, que ninguno de los
que hablaron, en “Cuba Dice”, desde una posición administrativa,
refiriéndose al problema, lo hicieron de tal modo, que se pudiera
confiar en lo que estaban diciendo.
Algunos tenían claramente la indolencia y
la justificación descarada, reflejada en el rostro. Un estudio
sicológico de muchas de las caras que aparecieron en el programa,
hubieran dado como resultado, que entre ellos hay muchos de los que
roban y medran a costa del dinero del pueblo. Entre ellos están los
principales ladrones, pues la mayoría de sus explicaciones eran de gente
tomada infraganti cometiendo el delito. La sorpresa resulto ser un arma
más que efectiva para cogerlos con el cuerpo del delito. Así debe ser,
tomarlos siempre por sorpresa, para que no tengan la más mima
oportunidad de tirar la “cortina de humo”. Hay que felicitar al
periodista Boris Fuentes, por la firmeza y la habilidad profesional con
que se condujo. Poniendo claramente de manifiesto donde estaba el fraude
y quien era el responsable. Solo faltaba el policía para que se los
llevara preso.
Un funcionario, de la burocracia
comercial, llego a justificar la alteración de precios a partir de las
diferencia en facturación de los productos que se reciben para la venta
por distintos establecimientos. Solo había que observarle el rostro para
percatarnos de que el mismo no creía en lo que estaba diciendo. Se
trataba del típico burócrata que explica muy bien el porqué de la
disposición para que siempre el cliente salga perdiendo.
Un administrador entrevistado, no podía
siguiera justificar porque al pesar los paquetes de pollo, estos tenían
un contenido diferente, por debajo siempre del precio que tenia fijado
en la bolsa. Su comportamiento era como para suspender la entrevista y
sacarlo preso de la tienda .Porque o es un “verraco” que se deja robar, o
el robo lo prepara el mismo. En ninguna de las dos circunstancias
podría administrar una tienda, ni por estúpido ni por ladrón. Varios
paquetes de pollo, pesados, por el propio entrevistador, ninguno
coincidía con el precio fijado en la bolsa, precio que resultaba siempre
por encima del verdadero contenido del paquete. Es cierto que hay
personas indolentes que alteran las bolsas, pero la muestra era
demasiado grande para poder echarle la culpa al consumidor. Era
evidentemente una alteración interna entre precio y contenido producida
por la propia tienda.
De esa burocracia administrativa, que
controla, maneja y roba los recursos al pueblo, no debe quedar “títere
con cabeza”. Hace falta comenzar a eliminarlos por medio de un mecanismo
en el que participe el barrio, la gente del pueblo.
Propongo que cuando se vaya a hacer una
visita por parte de la prensa, se invite a un grupo de ciudadanos y la
inspección se haga frente a ellos, sacando inmediatamente preso a los
que se les descubran los fraudes. Ese del supermercado, que no podía
justificar el problema con el pollo, debió haber salido preso
inmediatamente de allí.
Por eso, hace algunos meses ya, no
querían que la periodista Thalía, entrara en la tienda de Línea y L a
tirar fotos, ni entrevistar a nadie, porque todos se combinan como un
buen antro de ladrones. Entonces un “administradorcillo de pacotilla” se
dio el lujo de cerrarle el camino a la prensa .Cosa que no debe volver a
ocurrir. Porque no son dueños de nada, no administran un comercio
privado, ejercen una función en nombre del pueblo, por si no lo saben, y
el pueblo los puede destituir.
La prensa y la organización sindical
pueden desempeñar un papel fundamental en esto. Por eso en cada centro
debe existir una “comisión anticorrupción”, formada por los mejores
trabajadores, los considerados como los más honrados, con la capacidad
de destituir de inmediato cuando ocurra algo similar a lo del
administrador del supermercado con las bolsas de pollo.
La burocracia no va a solucionar el
problema, porque es ella la que lo crea. No todos los burócratas son
corruptos, pero como he dicho, la burocracia es corrupta por su propia
naturaleza. Establece muchos compromisos a determinados niveles de la
estructura burocrática y está limitada para irrumpir en ciertos niveles
de esa estructura.
La prensa, el barrio, el Sindicato, el
CDR, la Asociación de Combatientes, deben acompañarse mutuamente, para
visitar las tiendas y contribuir a crear en los administradores un
“clima de terror “ de que pueden ir presos en cualquier momento. Los que
sean honrados no tendrán nada que temer, pero los corruptos saltaran
ellos solos y se descubrirán. Ahí mismo entonces convocar a una asamblea
del departamento visitado y establecer acusaciones Alrededor de ese
administrador del incidente del pollo, debió haberse convocado al
público para que lo viera como estaba robando y ahí mismo sacarlo preso
del supermercado. Porque esos programas ponen de manifiesto que la
corrupción ha escalado a unos niveles insostenibles.
La otra burócrata, Directora
entrevistada; asustada, dando explicaciones que ni ella misma se puede
creer. Todos con un lenguaje burocrático, rebuscado, tecnocrático,
críptico, como para que nadie entienda de qué están hablando y lograr
saltar sobre el mal rato.
Que no vaya sola la prensa cuando decida
visitar un supermercado o cualquier comercio, que convoquen al público a
presenciar y que le hagan preguntas a los entrevistados, que les lancen
a la cara las irregularidades que han visto, que los insulten si es
necesario, que los conminen a responder claro y directo.
El único modo de acabar con esta
situación, es a esta burocracia corrupta, crearles un clima de “terror
ciudadano”. Crearles una situación en que experimente cada día el temor
de ser inspeccionada, cuestionada moralmente, vigilada. Con los
corruptos no hay que andarse con consideraciones.
Por cierto, no ha salido en nuestra
prensa la foto de ningún corrupto. Por que habría que tener tales
consideraciones. Aun las medidas que adoptamos son débiles, no estando
acorde con la gravedad que ha alcanzado el problema. No ataca moralmente
el problema. El corrupto es en el fondo un contrarrevolucionario y como
tal debe ser tratado.
Pero como van a defenderse el pueblo, los
trabajadores, de un asunto sobre el cual no se le da información
sistemática. La Contraloría no informa de cómo van todos los procesos
anticorrupción, desconocemos porqué cierto secretismo a su alrededor. La
prensa tampoco informa en muchos casos. Generándose en el pueblo un
ambiente de desconfianza respecto a lo que está ocurriendo. Solo cuando
la televisión exhibe una situación como la divulgada en “Cuba Dice” es
que podemos percatarnos de lo sumamente grave que es el problema. Pues
es posible extraer la conclusión de que la corrupción se ha extendido de
una manera sumamente peligrosa. Por lo que sin dudas hay que adoptar
medidas drásticas contra ella, que por lo demás no pueden ser solo
medidas burocráticas, sino políticas y represivas.
Hay que movilizar al pueblo alrededor del
problema, que es donde están los principales dolientes, aunque dentro
del estén también los corruptos. Sin embargo, perfectamente
distinguibles estos últimos del ciudadano común, porque son los que
administran y tienen al alcance de la mano los recursos que roban y
malversan.
En términos prácticos un corrupto es
fácilmente distinguible de un ciudadano común. Este último solo concurre
al mercado a comprar, mientras que el que administra los bienes, todo
lo puede obtener por otras vías colaterales. El que administra nunca
será una víctima de la corrupción en los precios como si lo es el
ciudadano común.
Es al ciudadano común al que hay que
proteger y por tanto proveerlo de los instrumentos para que se proteja.
Esos instrumentos serán siempre políticos; leyes que les permitan
reclamar su derecho, instituciones y agrupamientos civiles desde los que
puedan atacar la corrupción, incluido los agentes de la ley que también
a veces se corrompen. No es difícil ver algunos miembros de los cuerpos
del orden, como actúan con las prostitutas a la puerta de los hoteles
turísticos; ni como se hacen los de la “vista gorda” en el supermercado,
etc.
Insisto en que hay que meter a la
Organización Sindical en este proceso de lucha contra la corrupción en
los centros de trabajo. Hay que organizar a las masas, a través de sus
organizaciones. Hay que crear dispositivos protectores anticorrupción en
las barriadas donde hay supermercados, para que junto a la prensa
participen en las visitas a los supermercados. No sería difícil,
apoyándose en las organizaciones y los organismos sindicales, crear
alrededor de las áreas donde hay supermercados, grupos anticorrupción
que acompañen a nuestra prensa cada vez que vayan a realizar una visita.
La burocracia no puede detener la
corrupción, en ningún lugar lo ha logrado y Cuba no va a ser una
excepción. Repito, solo el “Terror Ciudadano”, organizado, apoyado por
la prensa y las masas podrá detener una lacra que lo único que ha hecho
hasta hoy es reproducirse de manera creciente.
Tomado de: http://www.cubano1erplano.com/2014/06/los-precios-una-alerta-para.html#_
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