Por estas mismas fechas, hace más o menos un año, publiqué un texto titulado “El post de fin de año”. En esos momentos mi bitácora aun no tenía un año de creada, y no llegaba a las 2000 visitas totales. En aquel momento la única intención que perseguía era la de “felicitarlos por el año que va culminando; y desearles muchas cosas buenas para el próximo, que ya tenemos casi aquí”. Esta vez, en cambio, los invito a que me acompañen en este balance de lo ha significado para nosotros (mi bitácora y yo) este periodo que recién termina.
Una de las cosas que escribí en ese texto al que he estado haciendo referencia fue que tenía la sensación de que el 2014 iba a ser un año decisivo para Cuba, y también para mí. Parece que la premonición se hizo realidad. Estos 12 meses estuvieron marcados por grandes transformaciones que impactaron en la nación de una forma contundente, cambios y logros que no culminan aun, que continuarán repercutiendo en Cuba, y en mí, durante el 2015.
Las metas específicas propuestas para el 2014, en cambio, fueron plasmadas en otro texto publicado a principio de este año, que titulé, para darle continuidad al tema, “El primer post del año”. Muchas de esas metas fueron cumplidas totalmente, otras solo en parte. Los objetivos que nos trazamos (mi bitácora y yo) estaban en consonancia con los que somos, lo que hacemos, y con la forma en que aspiramos que nos vean.
Aunque avancé en la maestría en Historia de la Formación Nacional y el Pensamiento Cubanos, terminando los módulos que componen la parte lectiva, y acumulando algunos créditos, no pude concluir la tesis con la que debo defender ese grado académico. Mi presencia y gestión de los social-medias aumentó significativamente, en buena medida, gracias a los excelentes amigos que hice tras el viaje a Bogotá. Conocí otros pedazos de mundo, solo que en esta ocasión, dentro del territorio nacional. Este año, sin temor a decirlo, encontré la respuesta a la pregunta que mi novia me hacía 12 meses atrás.
Mi bitácora, por otra parte, tuvo un desarrollo tremendo. Creo que fue fiel a sus aspiraciones de reinventarse en cada momento, de romper los moldes, de llamar la atención. Logró, cual organismo vivo y autónomo que es, decir lo que pensaba sobre lo que pasó, lo cual implicó riesgos, que tuvimos que asumir juntos. Ese desarrollo no ha sido constante, sino más bien en forma de electrocardiograma, con altos y bajos. Sin embargo, sí ha sido decisivo y aunque les juro que mi bitácora sabe la respuesta a la pregunta que tanto le hice el pasado año, yo aun no lo tengo tan claro.
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